Tuesday, May 04, 2010

Homenaje póstumo a ENRIQUE JARDINES, la mente del Cero Absoluto







HOLA AMIGOS DE AUTOPOIETICAN, LES SALUDA CÉSAR MENDOZA.

Hoy traigo a colación la triste noticia de un reciente deceso musical – el bajista estadounidense de ascendencia cubana Enrique Jardines falleció el pasado 22 de abril, a la edad de 59 años, víctima de un inesperado infarto relacionado con su diabetes.

Él fue fundador del trío de jazz-prog vanguardista ABSOLUTE ZERO, el mismo que llevaba muchos años realizando una musicalidad excitante y siempre sorprendente, producto del híbrido entre free-jazz, rock in opposition y fusión, más exactamente, desde mediados de los 80s. Habiendo comenzado como un power-trío de guitarra, bajo y batería, fue con la formación de Aislin Quinn (voz y teclados), Pip Pyle (sí, el mismo de Hatfield & The North, National Health, Gong, Soft Heap, etc., a la batería y percusión) y Jardines (bajo) que ABSOLUTE ZERO grabó su único registro fonográfico “Crashing Icons” en 2003. La propuesta sonora plasmada en este disco es aventurera, agresiva y refinada a la vez, intensa y cerebral al unísono, ardiente de deseos por revolucionar el arte de sonido al mismo tiempo que festeja las diversas influencias recibidas de diversas vanguardias jazzeras y rockeras (especialmente el R.I.O. de Henry Cow y Art Bears).

A modo de póstumo homenaje, transcribo aquí una reseña que escribí a inicios de 2006 sobre este disco que me gusta mucho y que aún me parece una de las más tremendas joyas progresivas editadas en lo que va de milenio.-

“Temas -
1. Bared Cross (13:47)
2. Further On (20:43)
3. Stutter Rock/You Said (11:49)
4. Suenos Sobre Un Espejo (16:46)

Integrantes: Aislin Quinn (teclados, voz y percusión) / Enrique Jardines (bajo y percusión) / Pip Pyle (batería y percusión)
Colaboradores: Keith Hedger (trompeta y percusión en 4) / Jim Stewart (percusión en 2 y 4)

La visión musical del grupo parece ser una manifestación directa y literal del titulo en cuanto al orden, esquema melódico y convenciones estructurales: todos ellos quedan reducidos a la mínima expresión de cero absoluto. Jugando con la radical sorpresa propia del free jazz, las interacciones instrumentales y dadaístas vocalizaciones derivan en constantes cambios de ritmo y ambiente, sentido de caos sonoro, travesuras surrealistas,... todo ello ejecutado con majestuosa inventiva por las sólidas y agresivas labores de Jardines y Pyle, mientras que Quinn añade matices, adornos y algún que otro solo de teclado y canta con un espíritu libre semejante al de Deborah Perry de Thinking Plague (y por extensión, al de Dagmar Krause). La influencia mas evidente en el sonido de AZ es el Henry Cow más radical, el del ‘In Praise of Learning”.

En cierto sentido, los teclados de Quinn proveen algo de lirismo a un sonido global que suele estar dominado por los notoriamente agresivos aportes del bajo de Jardines – hay que ver que cosas tan increíbles hace este señor con su instrumento, llevándolo a los confines propios de la guitarra primera sin empacho alguno. El hecho de que c/u de los temas sea particularmente extenso (entre los casi 12 minutos y mas de 20 minutos de duración) permite la creación de espacios mas que suficientes como para que los músicos se explayen en sus ideas, variantes y, sobre todo, las sorpresas que se van acumulando inmisericordemente.

El Latin jazz y la música étnica exótica son elementos integrados dentro de la impresionante paleta sonora de Absolute Zero, tal como se deriva de ciertos pasajes de los temas: las cadencias particulares de ambos recursos estilísticos ayudan al material a mantener una patente frescura en medio de la continua experimentación visceral. Esto se nota de manera especial en ‘Further On’, que es, a la sazón, el tema más largo. La presencia destacada de percusiones tonales de corte africano opera como un catalizador de colores en medio de la niebla radicalmente neurótica creada por el trío nuclear. Pero no vale quejarse a estas alturas del partido: ya desde el tema de apertura ‘Bared Cross’ el oyente sabe que el arte del ruido esta siendo usado a fin de poner a prueba los limites de su “sensatez” estética e invitarlo a disfrutar de lo perturbador. En un disco tan parejo como este, me resulta un tanto difícil elegir a esta pieza como la mas notable, pero tengo bien en claro este veredicto personal. ‘Stutter Rock/You Said’ se centra más en lo jazzero, combinando las evocaciones a la escuela de free jazz tal como se desarrollo en los 60’s y la frescura del funky: eso la hace la pieza menos inescrutable de este repertorio. Aquí hallamos los solos de teclado mas impresionante, así como un guiño (otro más) al Latin jazz: el anuncio que hace Jardines de Jim Stewart como “salsero fabuloso” y “maestro del ritmo tropical” antes de su solo de congas es sencillamente estupendo en su desenfado. Es en esta porción donde el bloque sonoro entra en una exploración casi infernal (dije que ‘Stutter Rock/You Said’ era menos inescrutable, no que estuviera exenta de locuras). Si en el tema precedente las cosas bajan un poco su nivel de neurosis, en el estupendo tema de cierre parece haber una mayor apertura al lirismo en medio del perpetuo dadaísmo – ‘Suenos Sobre Un Espejo’ contiene un clima onírico, manifestado con sutileza mas sin ocultamientos. La aparición de pasajes oscuros y el empleo de vocalizaciones pomposamente ceremoniosas, en vez de dirigirse hacia lo tétrico o algo parecido, realzan efectivamente el absurdo de lo irreal: esto, en el mundo musical de AZ, significa traernos un poco de desestructuración e invitarnos a compartir la carga. La coda es lo suficientemente explosiva como para recordarnos que dicha carga implica, ante todo, un desafío.

“Crashing Icons” es esencialmente un disco martilleante y abrumador, el mismo que explota la herencia del RIO con energía, inventiva, e incluso descaro irreverente. Se trata de una labor de absoluta compenetración entre músicos que ponen sus ideales anárquicos al servicio de un bloque común mientras van interactuando sobre la marcha. Creo que esta es lo más adecuado que tengo a mi alcance para describir la alucinada oferta de Absolute Zero. Disco sumamente recomendable, pero también alevosamente “esotérico”: es un disco que busca su propio auditorio con mirada hermética y criterios incendiarios. ”

Gracias por la música, Maestro Jardines, redescubre nuevos esquema rítmico con Pip ahora que te has reunido con él en el más allá.

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